Me faltarían palabras para explicar el impacto que sentí la primera vez que leí El Señor de los Anillos. Quizá una explosión. Es un libro largo, extremadamente largo. Me lo leí en cuatro días, la primera vez. Cuatro días en los que no me separé de sus páginas. Semejante flechazo ha pervivido durante décadas, y es raro el año que no lo releo. ¿Es un amor irracional? Quizá, pero, francamente, me importa un bledo.
Aragorn, Frodo, Arwen, Gandalf, Merry… y Sauron. Los personajes ya forman parte de nuestra iconografía. En el fondo sólo es una historia de buenos y malos, pero esos buenos, a veces, cometen errores, lo que los hace inexplicablemente cercanos.
La épica es quizá lo que más nos atrae de esta gran obra: esos antihéroes, como Aragorn, del que te enamoras sin poder evitarlo, o Frodo y Sam, que llevan el peso del mundo sobre sus hombros y meten la pata pero siempre se levantan, no son más que seres normales cargados con el peso de lo extraordinario.
Si tienes hijos, hazles un favor: regálales El hobbit y El señor de los anillos cuanto antes.
A mi me paso lo mismo, cerraba los ojos para dormir, pero no podia hacerlo, tenia que saber que iba a pasar, tenia que seguir… definitivamente un amor irracional.
oh, por fin un friki anillero como yo! gracias, max, gracias!!!!!!