«Irene» (2016). Pierre Lemaitre.
El comisario Camille Verhoeven mide menos de metro y medio gracias al tabaquismo de su madre, una famosa pintora, quien no fue capaz de dejar de fumar mientras estaba embarazada. Camille no la culpa, de hecho la amó intensamente hasta su muerte, y vive echándola de menos con la misma intensidad. Su corta estatura ha definido su vida, para bien y para mal. En la parte buena de la balanza está que su defecto físico lo obligó a crecer en muchas otras virtudes. Es un reputado comandante de la Brigada Criminal de París, de carácter duro pero al que sus subordinados respetan como detective y como compañero. Se ha casado, aunque ni él mismo esperaba que una mujer como Irene llegase a enamorarse de él. Pero lo hizo, y ahora esperan su primer hijo. Irene está en la recta final de su embarazo y ha tenido que dejar de trabajar para reposar, lo que la mantiene muchas horas en casa, aburrida, esperando a que Camille regrese.
Y justo en ese momento de su vida, que debería ser el más feliz, un asesino en serie decide aparecer en escena. Desde el inicio del relato notamos a través de Camille que algo es extraño en este caso: el asesino reproduce en sus crímenes los más horribles asesinatos de algunas de las más famosas novelas negras. Cuando el comandante descubre esta esencial pista nadie lo cree, pero un molestísimo periodista publica sus conclusiones y convierte al asesino en personaje de portada. Gracias a esta pista, Camille y su equipo logran identificar varios crímenes más del mismo autor: todos siguen a rajatabla la descripción de un asesinato en diferentes novelas. No voy a desgranar nada más de la trama, el lector descubrirá a medida que avanza hasta qué punto está siendo despiadado el autor con él. No nos deja un respiro, y aunque el desenlace final planea sobre nuestra imaginación desde muy pronto, nos resistimos a creer que suceda.
Lemaitre hace en esta novela un grandioso homenaje al género negro, uno de mis favoritos, narrando con un ritmo propio la investigación policial del protagonista mientras la hilvana con su propia vida: son inseparables en esta trama. No quiere ser acelerado y se detiene en los detalles, en las descripciones: nos obliga a pensar durante toda la novela. A seguir con Camille los pasos de este asesino burlón que resulta desquiciante y nos exaspera.
Me ha encantado la primera entrega de las aventuras policiacas de Camille Verhoeven, tanto que ya estoy leyendo la segunda, Alex.