«Los tipos duros no leen poesía» (2011). Alexis Ravelo.
Tras Tres funerales para Eladio Monroy y Solo los muertos, el atípico detective privado Eladio Monroy aparece al borde de la muerte en el inicio de la tercera entrega de la saga, Los tipos duros no leen poesía. Está tan convencido de que va a morir que graba una especie de testamento oral. Así a bocajarro, empezamos la novela. Claro que sus fieles lectores sabemos que no va a morir… pero nos intriga, y mucho, saber cómo terminó en esa situación y, sobre todo, cómo va a salir de ella, y Ravelo no tarda en encaminarnos hacia las dos cuestiones.
El inicio de todo es una mujer, Melania Escudero, viuda de un rico empresario, que se presenta ante Eladio con su abogado, Alfredo Suárez Smith, para pedirle que les ayude a encontrar una misteriosa caja de madera que pertenecía al padre de Melania pero que ha desaparecido. Ambos sospechan que podría estar en casa de la amante de su marido, y le piden que confirme esta sospecha y que, si puede, recupere la caja.
Monroy sabe que hay algo turbio en este encargo, pero necesita el dinero y acepta. ¡No sabe bien dónde se está metiendo! Y hasta aquí puedo leer… porque seguir contando algo de la trama implicaría destriparla, y eso está prohibido en este blog. Pero sí os diré que, como con todas las novelas de Ravelo protagonizadas por Monroy, no os vais a aburrir.
En esta tercera entrega de la trama la acción discurre trepidante, y vemos menos a los habituales personajes que rodean a Monroy: Gloria, El Chapi… pero, a cambio, tenemos la oportunidad de adentrarnos mucho en la mente de nuestro borde y macarra detective canario.