«Nadie lo ha oído» (2004). Mari Jungstedt.
Fanny Jansson es una adolescente solitaria, sin amigos, con una madre alcohólica e inestable, que solo es feliz cuando va a trabajar limpiando unas cuadras donde, si termina con tiempo suficiente, puede montar a caballo un rato. Una tarde desaparece al volver a casa y la policía no logra encontrar ninguna pista sobre su paradero.
Henry Dahlström fue un buen fotoperiodista hace años, pero su afición al alcohol destrozó su vida, rompió su familia y lo ha convertido en una sombra de lo que fue. Pero a veces aún se cuelga la cámara, hace fotos y después las revela, feliz, en un cuartillo que ha preparado en el sótano del edificio donde vive. Eso está haciendo, precisamente, un par de días después de ganar un premio en las carreras de caballos, cuando es asesinado.
No hay, aparentemente, ninguna relación entre Fanny y Henry. El detective Knutas, el protagonista de la serie sobre Gotland de la autora nórdica, está completamente perdido investigando los dos casos. El periodista Johan Berg consigue una pista clave en uno de ellos y se la comunica a Knutas, y de nuevo los dos dispares personajes se ven estrechamente relacionados, como ya pasó en la primera novela de la trama, Nadie lo ha visto.
Berg tiene, además de motivos profesionales, un gran motivo personal para querer que lo envíen a Gotland a seguir los dos casos de asesinato: se ha enamorado de una de las amigas de Helena, una de las mujeres asesinadas en el anterior caso que siguió en la isla, y la complicada relación lo mantiene en vilo.
Esta segunda entrega de la serie Gotland me ha resultado demasiado parecida a la primera novela. Si no cambiasen los asesinatos, lo cierto es que podríamos estar leyendo la misma. Es muy entretenida, se lee rápido y fácilmente y la trama no defrauda: como en la anterior historia, es enrevesada y sorprendente. Supongo que Mankell solo hay uno…