«La última estrella» (2016). Rick Yancey.
Ya no hay esperanza: los extraterrestres van a culminar la última fase de su invasión, bombardeando todas las ciudades, y, después, los Silenciadores se encargarán de matar a los humanos que queden vivos. Pero… como Yancey nos viene anunciando desde la primera novela de la trilogía, los invasores no tuvieron en cuenta al diseñar su plan el amor. Sí, el amor… capaz de conseguir que un Silenciador como Evan pulverice su programa invasor para irse al bando humano con Cassie. Y será el amor el que marque el final de la trilogía, porque, sin él, el sacrificio final no hubiese sido posible.
Tras una más floja segunda parte, la tercera novela recupera el ritmo de la primera, obligándonos a leerla de un tirón, sin darnos apenas respiro. Los personajes vuelven a ser atormentados héroes que saben que el destino del mundo está en sus manos. Y responden a esa alta expectativa con creces.
Ben deja de ser un adolescente ligeramente estúpido y por fin se revela como un héroe. Evan sigue demostrándonos que es capaz de hacer cualquier cosa por Cassie… aunque el final de esta pareja no es el que esperamos, no. Y es que el final de la trilogía es amargo, muy amargo, pero, a la vez, realmente emotivo, con esa última estrella cambiando el destino de toda la humanidad.
Nos quedan dudas, muchas, al terminar la novela: ¿siguen vivos esos seres invasores que diseñaron el mortífero plan para aniquilar a la humanidad o, simplemente, las máquinas siguieron adelante aunque no quedaba nadie detrás para manejarlas? En realidad, ¿qué más da?
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